Cuando Mustafá Barguti (Jerusalén, 70 años), médico y político palestino, piensa en su tierra allá en 1967, año que mencionó este martes el presidente Pedro Sánchez al informar del reconocimiento del Estado de Palestina, lo que recuerda es un pueblo ya ocupado por los israelíes; también una nación que había perdido a cientos de miles de personas desde la declaración del Estado de Israel a finales de los años cuarenta. Barguti, de visita en Madrid de la mano del Instituto Novact, admite que su infancia finalizó de golpe. “Me di cuenta de que otros no resolverían nuestros problemas”, afirma en una cafetería madrileña.
Barguti fundó a comienzos de siglo, junto al filósofo Edward Said, la Iniciativa Nacional Palestina, formación bajo la que quedó segundo en las presidenciales de 2005, por detrás de Mahmud Abbas, líder de Al Fatah y actual presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Dos años después, Barguti ocuparía el Ministerio de Información.
Pregunta. ¿Cómo afecta el reconocimiento del Estado de Palestino a la identidad de su pueblo?
Respuesta. El reconocimiento no nos da la identidad; la identidad nos dio el reconocimiento de 146 países. Es un paso moral importante, también psicológico, porque significa que no estamos solos. Apreciamos el papel del Gobierno español porque presionaron a otros para que reconocieran Palestina. Podrán sumar otros países como Malta y Eslovenia y, probablemente, Bélgica. Tal vez esto hará que Francia se ponga celosa [se ríe] y también reconozca Palestina. Pero sabemos que esto no es suficiente. No estamos sometidos solo a la ocupación, sino a un genocidio bárbaro y otros crímenes: la guerra, el crimen de limpieza étnica y de castigo colectivo, incluso utilizando el hambre. Y para eso necesitamos, además del reconocimiento, sanciones punitivas contra Israel para obligarlo a implementar la resolución del Tribunal Internacional de Justicia que pide detener la guerra.
P. ¿Cómo es su Estado palestino, con el que sueña y por el que ha trabajado tantas décadas?
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R. Un Estado democrático con derechos iguales para todos. Donde no haya discriminación por religión, nacionalidad o etnia; donde las personas tengan igualdad de oportunidades. Un país que prosperará porque tiene gente muy talentosa. Lo que necesitamos es libertad. Depende de los israelíes si es un Estado o dos.
P. Defiende la idea de un Estado, incluso cuando parece imposible pensar en dos.
R. España, Irlanda y Noruega no solo reconocen Palestina, sino nuestro derecho a la autodeterminación, ya sea en dos Estados o en uno. Algunos me dicen que los israelíes nunca aceptarán un Estado democrático. Y mi respuesta es que no aceptan tampoco la solución de dos Estados. [El ministro israelí de extrema derecha Bezalel] Smotrich, que se autodenomina un “homófobo fascista”, dice que llenarán Cisjordania con asentamientos y colonos hasta que los palestinos pierdan toda esperanza de tener un Estado propio. Entonces los palestinos tendrán que elegir entre abandonar Palestina, lo que supone una limpieza étnica, o aceptar una vida de subyugación a los israelíes, lo que es apartheid, o morir, que es exactamente lo que intentan hacer ahora en Gaza, que es un genocidio.
Israel tiene que decidir qué quiere. Si quieren separarnos, tienen que aceptar poner fin a su ocupación y asentamientos. Pero eso no lo quieren hacer. Podemos vivir juntos en un Estado democrático.
P. Un solo Estado para todos con los mismos derechos. Ahora mismo, eso parece difícil.
R. ¿Qué es fácil? Mi amigo [el compositor] Daniel Barenboim me dijo una vez algo muy interesante: a veces lo imposible es más fácil que lo difícil. Nadie puede afirmar que apoya la solución de dos Estados sin la eliminación de la ocupación; la expulsión de todos los colonos de los territorios ocupados; revertir la decisión de anexión de Jerusalén Este, y, finalmente, permitir que los refugiados palestinos regresen a casa. Sin esto, cualquiera que hable de una solución de dos Estados está practicando la hipocresía. Es solo un eslogan para darle tiempo a Israel para terminar el trabajo de anexión.
P. ¿Es la ANP la mejor entidad de gobierno posible?
R. No, es una estructura que carece de democracia y que necesita ser reformada. La reforma de la gobernanza significa el derecho del pueblo palestino a tener líderes elegidos democráticamente.
P. ¿Se puede desarrollar este proceso democrático en medio de la guerra?
R. No, cuando se acabe. Pero hasta que esto pase, necesitamos un gobierno de consenso nacional, aceptado por todas las partes, para que podamos trabajar y mantener la unidad entre Cisjordania y Gaza. Un gobierno que sea interino. Una vez terminada la guerra, tiene que prepararse para unas elecciones democráticas libres. En 2021, estábamos a punto de tener elecciones, pero Israel las obstruyó y Estados Unidos no las apoyó. La ANP cometió un gran error al no aceptar lo que propusimos, elecciones en Jerusalén sin el permiso israelí, para convertirlo en un acto de resistencia no violenta.
La propia ANP tenía miedo a las elecciones, por lo que las cancelaron. Si hubiéramos tenido elecciones en 2021, ningún partido habría obtenido la mayoría. Sería una estructura pluralista y democrática. No habríamos tenido esta guerra, porque habríamos tenido un gobierno unificado para Cisjordania y Gaza, y, probablemente, esto habría mejorado las posibilidades de levantar el asedio a la Franja. Ve cuántas oportunidades perdimos. Podríamos haber salvado las vidas de 45.000 palestinos.
P. Entre esos actores políticos en Palestina está Hamás, principal objetivo de la ofensiva israelí.
R. Israel lo afirma, pero su objetivo no es Hamás. Su objetivo es todo el pueblo palestino, realizar una limpieza étnica en Gaza. Netanyahu dijo que deberían desalojar a todos al Sinaí, a Egipto. Para él, la guerra no se trataba del 7 de octubre [fecha del ataque de Hamás en territorio israelí que causó la muerte de más de 1.200 personas y decenas de secuestrados]. Para él, fue una oportunidad para resolver el problema demográfico mediante la limpieza étnica de los habitantes de Gaza.
P. ¿Ha visto una guerra como la actual en sus 70 años de vida?
R. No. Nunca hemos visto algo tan bárbaro, tan drástico, tan cruel y tan criminal. Ni en el 67, ni en el 48. Esta es la guerra más cruel jamás realizada. Y el objetivo es la población civil. Se me parte el corazón porque veo los resultados. No solo son 36.000 personas las que ha matado Israel, sino 46.000 porque hay 10.000 que todavía están bajo los escombros en descomposición. Esta es la guerra más larga en la historia de Israel. Destruyeron todas las universidades, las escuelas, la mayoría de nuestras instalaciones médicas, 34 de los 36 hospitales. Mataron a 500 de mis compañeros, médicos, enfermeras, profesionales de la salud. Impidieron la entrada de periodistas a Gaza. Y luego mataron a 144 periodistas palestinos. Es un genocidio terrible. 81.000 personas resultaron heridas y muchas no sobrevivirán porque no hay servicios médicos que las ayuden.
P. Hablamos del reconocimiento de Palestina, el alto el fuego, las negociaciones, fronteras, pero la paz es otra cosa: reconciliación, perdón, responsabilidad… ¿Cuánto tiempo tardarán los palestinos en superar esto?
R. Llevará tiempo. Pero no seremos rehenes del hecho de ser víctimas. Somos víctimas, pero no nos quedaremos en ese rincón. Tendremos que encontrar soluciones para que no vuelvan a ocurrir más ataques como este; para que no mueran más palestinos, y para que no haya más genocidios. Por eso digo ahora, gracias por el reconocimiento, pero, por favor, impongan sanciones.
P. ¿Qué sanciones propone?
R. Militares y económicas. Es inaceptable que cualquier país proporcione equipo militar o lo compre a un país que está cometiendo genocidio. Además, la UE debe suspender el acuerdo de asociación con Israel. Pueden hacerlo porque es vergonzoso que sigan apoyando al establishment israelí, que está cometiendo crímenes de guerra.
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