El choque por el control de la estratégica frontera del sur de Gaza amenaza con arruinar las relaciones entre Israel y Egipto 45 años después del tratado de paz entre ambos países que puso fin a una escalada de guerras regionales. La disputa se produce mientras El Cairo actúa, además, como mediador clave para la consecución de un acuerdo de alto el fuego con Hamás, que este martes ha confirmado que está “estudiando” una propuesta israelí de cese de los bombardeos de varias semanas de duración, a cambio de la liberación de rehenes cautivos desde el 7 de octubre en la Franja. La tensión entre los países se ha disparado ante la pretensión del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien sigue rechazando la tregua, de ejercer mayor control y ocupar un estrecho corredor fronterizo con Egipto, cuyo estatus está regulado desde 1979.
Tras la reunión mantenida el domingo en París por el director de la CIA, William Burns; los jefes del Mosad (servico de inteligencia exterior isarelí), David Barnea, y del Shin Bet (seguridad interior), Rosen Bar; el director del servicio de inteligencia militar de Egipto, Abbas Kamel, y el primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abderamán Al Thani, las cartas para cerrar un acuerdo de alto el fuego en Gaza ya están sobre la mesa. El movimiento islamista sigue insistiendo formalmente en la retirada de todas las tropas israelíes de Gaza como condición previa para cualquier acuerdo, pero su máximo líder, Ismail Haniye, confirmó desde Doha que su organización ya está “estudiando” la última propuesta israelí.
Netanyahu solo habla en público de la “victoria total” para erradicar a Hamás de Gaza y liberar a los rehenes, pero este martes ha añadido que no habrá ni retirada de sus tropas de Gaza ni excarcelación “de miles de terroristas” palestinos presos en cárceles de Israel. De acuerdo con la información manejada por Amos Arel, corresponsal de asuntos de defensa del diario Haaretz, la última propuesta de Israel implica un alto el fuego de seis semanas de duración. En una primera fase, implicaría la puesta en libertad de 35 rehenes (mujeres civiles y personas de mayor edad, enfermas o heridas), a cambio de la salida de prisión de “varios miles” de los más de 6.000 reclusos palestinos condenados por “delitos de seguridad”. El ministro de Seguridad Nacional, el extremista Itamar Ben Gvir, se ha apresurado a advertir de que hará caer al Gobierno de Netanyahu si se pacta un alto el fuego bajo dichas condiciones.
Tras el malestar de El Cairo con Israel que perturba la negociación de un alto el fuego, se encuentra el temor a que la expansión de la ofensiva militar hacia el sur de Gaza y las órdenes de reubicación de la población civil en zonas cada vez más cercanas a Egipto, sumadas al creciente deterioro de la situación humanitaria de los desplazados por la guerra sean el preludio a una expulsión masiva de gazatíes hacia la península del Sinaí. Las autoridades tampoco descartan que la crisis se agrave, hasta el punto de que muchos palestinos traten de cruzar la frontera por la fuerza.
Cónclave de la extrema de derecha
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En un cónclave político el pasado domingo en Jerusalén al que asistieron 12 miembros del Ejecutivo de Netanyahu y 15 diputados de la coalición ultraconservadora que respalda a su Gobierno, el ministro radical Ben Gvir, volvió a “alentar a que se marche” la población palestina de Gaza mediante un plan de “emigración voluntaria”, así como el “regreso a casa” de los colonos, en alusión a los 21 asentamientos judíos con unos 8.000 habitantes que fueron desmantelados en 2005, cuando Israel retiró sus tropas del enclave costero palestino, ocupado militarmente desde 1967. Otros de los principales aliados del primer ministro, el titular de la cartera de Finanzas, el ultraderechista religioso Bezalel Smotrich, ha defendido también el reasentamiento de colonos judíos en el enclave.
Egipto ha rechazado en todo momento, y de forma categórica, la expulsión de gazatíes a su territorio, para evitar ser cómplice de una “limpieza étnica” de la Franja y porque ello socavaría el derecho palestino a crear un Estado que incluya Gaza y convertiría el Sinaí en una base de operaciones contra Israel de las milicias de las facciones de resistencia palestinas.
Netanyahu no se ha mostrado partidario de reinstaurar los asentamientos israelíes en Gaza, pero tampoco ha desautorizado a sus socios extremistas de Gobierno, de quienes depende para sostenerse en el poder, mientras se suceden las protestas populares en Israel contra la gestión de un conflicto que se encamina hacia su quinto mes. Israel sostiene que Hamás introduce armas a la Franja por la zona fronteriza desmilitarizada, conocida como corredor Philadelphi o de Salah El Din. Egipto niega tales operaciones de contrabando y considera que los responsables israelíes solo están intentando legitimar una eventual ocupación militar del corredor, donde El Cairo ha trazado una línea roja.
“Cualquier movimiento israelí en esta dirección supondrá una grave amenaza para las relaciones [bilaterales]”, ha alertado el director del Servicio de Información del Estado de Egipto, Diaa Rashwan. Ambos países ya habían chocado recientemente después de que el equipo de la defensa de Israel en el Tribunal Internacional de Justicia, que está investigando las acusaciones de incitación al genocidio en Gaza presentadas por Sudáfrica, afirmara que Egipto también es responsable de la escasa ayuda humanitaria que entra en la Franja a través del paso fronterizo de Rafah, que conecta el enclave palestino con el Sinaí, el único que no controla Israel.
El presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, se ha negado en las últimas semanas a hablar por teléfono con Netanyahu, según ha afirmado el canal 13 de la televisión israelí, y hace apenas siete días rechazó abiertamente una petición directa de comunicación planteada por el gabinete del mandatario israelí. La última vez que se hizo pública una conversación entre ambos líderes fue a principios de junio pasado. A pesar de la reserva egipcia, Al Sisi ha acusado abiertamente a Israel de obstaculizar la entrada de ayuda humanitaria a Gaza mediante retrasos en los controles de seguridad en la frontera, con el fin de presionar a Hamás a una liberación anticipada de los rehenes que mantiene en su poder: 136, de los que 29 ya han fallecido, de acuerdo con los servicios de inteligencia israelí.
El deterioro de la relación con Israel representa un asunto diplomático sensible para Egipto, el primer país árabe que firmó un acuerdo de paz con el Estado judío. El Cairo se ha situado, además, como mediador de referencia frente a Hamás en Gaza, lo que le permite reivindicar su relevancia en la región, sobre todo a ojos de Estados Unidos, de quien recibe ayuda militar y económica.
Paralelamente, fuentes oficiales egipcias han filtrado a medios locales e internacionales que se está planteando la retirada de su embajador en Tel Aviv, como ya ocurrió en 1982, tras la invasión israelí del sur de Líbano. Altos cargos estadounidenses e israelíes han llegado a mencionar en privado ante medios regionales que El Cairo les ha comunicado su determinación de romper relaciones con Israel si finalmente sus tropas empujan a los gazatíes hacia el Sinaí.
Repercusiones internas del conflicto
En el flanco interno, las autoridades egipcias se están viendo obligadas a mantener un difícil equilibrio entre sus relaciones con Israel y con Occidente, y el férreo apoyo popular a la causa palestina, que ha demostrado ser un gran catalizador de ira social y de protestas. En paralelo a la ofensiva militar en Gaza, Egipto atraviesa una profunda crisis económica, agravada por la perturbación del tráfico marítimo en el mar Rojo, que está hundiendo los ingresos egipcios procedentes de peajes a la navegación en el canal de Suez.
El conflicto, además, ha salpicado directamente al territorio egipcio en varias ocasiones, lo que coloca a El Cairo en una posición incómoda en el plano doméstico, aunque se han evitado reproches públicamente. En octubre, un proyectil extraviado disparado por tropas israelíes impactó por accidente en una torre de control fronteriza egipcia e hirió a varios soldados. Asimismo, drones y misiles aparentemente lanzados por el movimiento Huthi de Yemen contra Israel tuvieron que ser interceptados por el ejército egipcio cerca de localidades turísticas en el sur del Sinaí, y en una ocasión un cohete cayó en la ciudad costera de Taba. Israel también ha bombardeado en al menos cuatro ocasiones Rafah, en el límite con Egipto.
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